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El equipo femenino de la ONCE, compuesto por las medallistas paralímpicas Carmen Herrera y Mónica Merenciano, inició el torneo encuadrado en el grupo B, junto a los conjuntos de Budokan B y Palomares B. Al término de la primera fase, Herrera y Merenciano sumaron a su equipo un total de 30 puntos, que les permitió clasificarse como segundas de grupo.

En la ronda de semifinales, se enfrentaron a Budokan A, conjunto al que no pudieron superar, por lo que el equipo femenino de la ONCE hubo de conformarse con la tercera plaza de la clasificación final y la medalla de bronce.

Por su parte, el primero de los dos equipos masculinos de la ONCE presentes en este torneo, compuesto por David García del Valle, Abel Vázquez, David García Orozco, Iñigo Gérboles y los hermanos Luis Daniel y Álvaro Gavilán, también cuajó una buena actuación en Guadalajara.

El conjunto del ONCE A comenzó el torneo en el grupo D, junto con Fuente el Saz y Fraimor. Los deportistas paralímpicos solventaron esta primera fase de forma arrolladora, en la primera posición de la tabla, con pleno de victorias y con un total de 115 puntos.

De igual modo, en cuartos de final, los hombres de ONCE A se impusieron cómodamente al conjunto de Portal 2. Sin embargo, no pudieron continuar con la misma tónica en la ronda de semifinales, donde cayeron ante Yamatotakoru. De este modo, se hicieron con la tercera plaza final y la medalla de bronce.

Por otro lado, el ONCE B, formado por Borja Pahissa, Joan Bagur y Adrián Rodríguez, no pudo alcanzar los resultados cosechados por los otros dos equipos de la ONCE y finalizó muy alejado de la lucha por las medallas.

Al igual que el conjunto femenino, comenzaron encuadrados en el grupo B, con Sakura B y Fomento A. En esta ocasión, los componentes del ONCE B únicamente cosecharon 30 puntos y finalizaron en la tercera posición de la tabla, lo que les dejó fuera de la competición.

El judo es uno de los deportes paralímpicos con menos modificaciones respecto a la versión olímpica. Uno de estos cambios consiste en que todos los combates deben comenzar con los dos deportistas agarrados y si en algún momento los judocas se sueltan, el árbitro está obligado a parar el combate para que vuelvan a cogerse.

Además, existen otras alteraciones relativas a la forma de transmitir las señales de los árbitros a los deportistas, ya que no lo pueden hacer por gestos.